REFLEXIONES



De grandes magnitudes y dolorosas han sido algunas de las tragedias ocurridas en el mundo y en Colombia, tanto por causas naturales como el caso de la avalancha que arrasó a Armero (Tolima), los terremotos de Popayán (Cauca) y Armenia (Quindío), con la destrucción parcial, decenas de muertos y desaparecidos, así como las provocadas por la actitud irresponsable, irreflexiva y en general, por la falta del sentido común de las personas.





Para darle sustento a esta exposición, quiero inicialmente referirme a una experiencia ajena, la que además de reflexiva, se tradujo en un aprendizaje de gran valor personal, sobre todo por provenir de alguien cuyo ejercicio laboral y opinión, a lo mejor  pasan desapercibidas en la cotidianidad de la actividad que realiza. 

El personaje aludido, de origen campesino en condición de desplazado, inicialmente lavador de carros (Taxis) en Cartagena y hoy conductor profesional de Taxi con formación autodidacta, en tan solo 15 minutos, tiempo que duró la carrera desde el Barrio de Manga hasta la Torre del Reloj, me describe una semblanza retrospectiva de su vida y explica a la vez, la importancia que para su diaria labor, resulta tener actualizada y solvente la documentación personal, conocer y cumplir con las normas de conducir.  Hace énfasis en la importancia del servicio que presta al turismo y al público en general y se refiere a las actividades de prevención, mantenimiento y revisión tecno-mecánica que realiza, antes y durante su labor como taxista. Para este profesional del volante, su trabajo de taxista, su seguridad y la de sus pasajeros, la educación y el buen trato, son tan importantes y de allí que afirme, que su automóvil como fuente de ingreso, es su oficina y como tal, lo preserva en inmejorables condiciones.

Por eso, a pocos días de ocurrida la dolorosa tragedia de Fundación y con el pueblo Colombiano sumido en un duelo nacional y acompañando cristiana y espiritualmente a los padres y familiares de los niños fallecidos, es oportuno ilustrar con el ejemplo del taxista, lo que podríamos evitar, si tomamos las debidas previsiones en cada una de las labores que nos toque desempeñar y si cumplimos con nuestros deberes y obligaciones para ser mejores ciudadanos.   Pero esa responsabilidad adquiere un valor superior, cuando son las autoridades las encargadas de velar y garantizar la seguridad de las personas.     

Detenernos a establecer conjeturas o especular sobre la ocurrencia de un percance, no es lo aconsejable para la tranquilidad mental y espiritual de los afectados.  Lo importante es enmendar y corregir los errores que dan lugar a eventos dolorosos y tomar conciencia sobre las secuelas y traumas que ocasionan dichos  accidentes.  En este sentido, si nos detenemos a observar la dinámica municipal, podríamos concluir que el caos en la movilidad urbana, los congestionamientos vehiculares, los abusos y accidentes de tránsito, muchas veces son consecuencia de la negligencia, permisividad y falta de operatividad de las autoridades municipales, responsables de ejercer la debida vigilancia y  control.   Un simple Mapa de Riesgos o una Hoja de Ruta, nos permite identificar, entre otras irregularidades, a jóvenes conductores sin experiencia operando unidades de transportes (autobuses y camiones) y otros con licencias de conducir, pero carentes de la mas mínima formación para entender las señalizaciones y la ley que reglamenta o norma este ejercicio laboral.  Es frecuente observar a autobuses del servicio público con pasajeros en su interior cargando combustible, sin que sus usuarios y autoridades se den por enterados, así también, autobuses de servicio interdepartamental, con accesorios para llenado de un excedente de combustible, lo cual los convierte en una letal bomba de tiempo. Y como si esto no fuera suficiente, la presencia de autobuses… ¡perdón!, chimeneas ambulantes, generando cualquier tipo de contaminación ambiental por emisiones de monóxido de carbono. No menos peligrosos son los choferes que conducen bajo los efectos del alcohol o hablando por el celular y en ocasiones, cargando a sus bebés o a sus mascotas. Y ni hablar de los que llevan el parabrisas delantero, totalmente polarizado o cubierto con papel ahumado que les resta o impide la visibilidad total. 

Además de las obligaciones propias de cada municipio, otras requieren la integración y la participación de otros entes departamentales y nacionales (concurrencia de participación). 

En conclusión podemos agregar, que acabar con tantos años de incultura e irresponsabilidad ciudadana, no es una misión fácil, pero tampoco imposible, ya que los cambios de conducta descansan fundamentalmente en la educación, en la toma de conciencia y actitud reflexiva de los propios individuos... 

Para todos los padres de esos bellos Angelito (+), fortaleza y nuestro sentido pesar

Prof. Orlando R. Pereira Bustillo
E-mail: orlandopereira27@hotmail.com

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