¡EN SURCOS DE DOLORES... LA PAZ GERMINA YA!

Imagen D.R.A.
....¡En surcos de dolores... LA PAZ GERMINA YA!  Con estas frases y la parcial adaptación del Coro del Himno Nacional de Colombia, el Presidente Juan Manuel Santos, dio  inicio a su intervención en el acto de firma de los “acuerdos de paz”, que se realizó en el Centro de Convenciones Julio  César Turbay Ayala en la bella ciudad de Cartagena de Indias. Es de suponer que con ellas, el presidente quería dar por concluida, aquella época de terror y de ignominia que por 52 años o más, quebró la estabilidad y la tranquilidad colombiana y tiñó de sangre al más recóndito rincón del territorio nacional. Pero además de este supuesto “borrón y cuenta nueva”, también quiso proyectar las bondades de dichos acuerdos, en el entendido de que a partir de la aprobación de los mismos en el plebiscito del 02-10-2016, no habría excusas para no lograr la paz, el entendimiento y la reconciliación nacional. 


En otras palabras, con estos acuerdos se alcanzaría con sentido prospectivo, la “nueva era colombiana”, que por tantas décadas nos había sido esquiva.

Al respecto hay que señalar que, aunque muchísimos son los colombianos, que por generaciones hemos estado del lado del orden, del respeto y de la “invencible luz” que nos imponen las Leyes y la Constitución, la génesis de esta desgracia y el estigma de violentos que hemos heredado y acumulado, parecen tener su asidero, en primer término, en la posición irreflexiva de muchos electores, quienes más por un estado emocional - clientelar, que por un acto de la razón, han venido alimentando la incursión en la vida política nacional, de individuos adláteres, cuya carta de presentación y experiencia política, ha sido la ineficiencia, el sectarismo y el revanchismo social, factores éstos, que los convierten en instrumentos de odio. Con sus contadas y valiosas excepciones, esto incluye a un gran número de personajes de dudosa reputación, que se han creído  herederos y merecedores de la línea sucesional filial y del reparto del espectro político nacional.

Capitulo especial lo constituyen aquellos, que bajo el argumento de la redención del pueblo de las injusticias sociales, optaron por el camino de las armas, tal vez asistidos por un noble propósito, pero equivocados en su forma, con lo cual contribuyeron a profundizar, a agudizar y postergar la solución del conflicto armado, así como a la desnaturalización de aquellas razones que inspiraron su incursión en la clandestinidad, dando lugar con sus acciones, a una mayor brecha o antagonismo social y a enfrentamientos con pérdidas de vidas inocentes, que en estos tiempos tratan de enmendar y reparar.

Al preguntarnos qué pudo haber influido o cuáles fueron las motivaciones, para que este conflicto armado se extendiera durante 52 largos años (13 períodos presidenciales, incluyendo el actual), tal vez encontremos la explicación y las razones del por qué no se llegó a ningún acuerdo definitivo. Además de los argumentos anteriormente citados, se llega a la lamentable conclusión, que la falta de decencia y poca voluntad política, la radicalización de las partes, el costo político y el interés económico que estaba en juego, parecen haber fomentado y estimulado una sociedad de cómplices y por ende, haber frustrado cualquier posibilidad de arreglo definitivo del conflicto. Aunque el análisis histórico hace pensar, que este conflicto data de más años (desde 1946), para no nombrar toda la cronología presidencial de Colombia desde 1819.

Cuando escribía estas ideas, se daba como seguro un triunfo holgado del SI sobre el NO (así lo indicaban las encuestas). Variadas fueron las razones que hacían suponer, que muy a pesar de la inconformidad y divergencia de criterios de muchos, la refrendación de los acuerdos para la paz, serían definitivamente aprobados. Con el triunfo del NO, es otro el escenario y nueva la coreografía de actores. 

Esperemos que cuando la pleamar baje su impetuosidad, todos los colombianos: gobierno, partidos políticos del SI y del NO y la Farc-EP como futuros desmovilizados, por el bien del país y de las futuras generaciones, recobren la sindéresis, depongan actitudes belicistas y dejen a un lado el discurso incendiario. Que esos puntos no coincidentes de los acuerdos, susceptibles de consideración y ajustes, se traduzcan en un puente de unión y de entendimiento y no de polarización política, conscientes de que la paz es el objetivo terminal de esta tarea.

Finalmente creo, que el momento de rectificación es propicio para analizar también, las causas sociológicas y políticas, que le dieron sustento a este conflicto, más si ellas harán parte escrita de una oscura y tenebrosa época de la Historia Contemporánea de Colombia. Los “Diálogos de Paz” no solo se deben circunscribir al logro de beneficios de una de las partes involucradas, de lo que se trata en esta nueva fase es de Ganar...Ganar y con la Paz gana Colombia y los colombianos. Rechacemos los mensajes de odio....   

Prof. Orlando R. Pereira Bustillo

Twitter: @OrlandoPereiraB 

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