ARJONA: “HECHOS INÉDITOS Y REMINISCENCIAS”



Fotografía D.R.A.



(Encuentro Genealógico Virtual)
 

Solo son seis letras y tres silabas, las que articuladas en un orden gramatical, conforman el nombre de una urbe circundada por una zona fértil, de vocación agrícola y ganadera en la extensa región del Caribe colombiano. También es asiento de gente afable, laboriosa y próspera, con gran tradición profesional y excelente nivel cultural. Nos referimos a nuestra patria chica, a ese terruño, centro de mujeres y hombres con claro sentido de amistad y de ancestros inolvidables, ella es nuestra Arjona añorada.  




Hoy, cuando la mirada de sus hijos sin distingo ni posición social, se devuelve sobre su matriz territorial, como cuando el eco del suave viento retorna a su punto de partida, así también nuestra atención se cierne sobre aquella abundancia, de “hechos inéditos y reminiscencias” de antaño, que hacen más que imposible dejarlas de recordar. Por eso, análogamente al impacto perturbador de la ‘piedra en el estanque’, que produce su efecto ondulante y se dirige de un punto del centro hacía la periferia, así mismo nuestra mirada y atención se irá disipando suavemente en un recorrido imaginario, desde nuestra Plaza Principal, hacia ese entorno de las que fueron empedradas callejuelas, para ir registrando aconteceres que como gratos episodios, fueron testigos mudos de vivencias de un pasado enriquecedor.  

Y como recordar es vivir, vivamos el recuerdo y empecemos con aquellas Corralejas levantadas en el lado lateral de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, engalanadas en las alturas de palcos de guadua y madera, con amarres de alambre y bejuco, pero por debajo estructuras impenetrables con juegos de ruletas y de azar, mesas de fritanga y venta de guarapo de panela y para cerrar la tarde de Toros, entrada la noche los famosos fandangos, baile típico con velas encendidas al son de famosas papayeras, unas cuantas botellas de ron y descansos obligados con la refrescante loción de Menticol.  Sus límites colindantes, lo eran la casa de los esposos Amelia Ramos y Eustacio Orozco, convertida también en un importante almacén de finas telas de Lino, Dril, Popelina y Tull. Desplazándonos en sentido al Palacio Municipal de la Alcaldía,  las casas de Dña. Ángela Simáncas, Dña. Colomba Torres, siempre apertrechada del buen Whiskey  de 18 años para sus selectos clientes en la mejor ocasión. La actual Casa Cural, cedida en comodato por la Familia Carballo Figueroa, colindante esta última,  con la casa de Pepe Carballo Figueroa, quien con su familia a Barranquilla fue a vivir, luego habitada por la familia Pareira Ramos, para finalizar con las residencias de Carlos Arturo Torres, hombre pulcro, decente, buen conversador y Veterinario de Profesión y la casa de Antonio Herrera Castro, en épocas anteriores  militar del ejercito colombiano y padre del ex general Eduardo Herrera Verbel, actual miembro comisionado de los diálogos de paz con el “Ejercito de Liberación Nacional”. 

Hacia el otro lado y diagonal al Palacio Municipal, la casa de Dña. Amelia Figueroa Vda. De Cogollo, abuela del ex alcalde Orlando Cogollo T. Por esa misma acera, las casas de las señoras Carmen Elena Herrera y Rita Solana, cariñosamente llamada “la Mona Solana”, abuela de uno de los más insignes cirujanos de Cartagena, el Dr. Belisario Solana. Seguidamente, la casa de Juan Antonio Torres (Juananto), padre de una numerosísima familia y al lado de estos, la famosa Botica – Consultorio, del Dr. Rubén Marrugo Ramírez, extraordinario y generoso médico, fiel cumplidor del juramento de Hipócrates, cuyos pacientes eran atendidos sin la exigencia del pago de emolumentos y cuyas medicinas en su gran mayoría, eran pócimas con ingredientes naturales, preparadas al instante, tal vez por el mejor empírico farmaceuta de la época en Arjona, cariñosamente llamado “el monito Boticario”, simpático personaje, muy locuaz y fino silbador. Cómo no acordarnos de la matrona y cariñosa señora Mercedes Capita, experta hacedora de buenas comidas y sabrosos pasteles, servidos en su modesto y acogedor Restaurante en la casa de dos pisos, al lado de la vivienda de Don Rafa Tinoco, baluarte de reconocida familia,  ganadero y dueño de semental. Vecinos de ellos, primero Don Emilio Juan, con su almacén de telas y posteriormente su hijo Farid Juan, con su fábrica de jabón de barras artesanal y después Azar Juan, con su tienda de víveres y abarrotes, para finalizar con la casa de Dña. Rita Colomba Payares Vda. de Miguel Ángel Carballo Figueroa, quien fue vil e injustamente asesinado, sin que nada tuviera que ver su muerte, con las causas que originaron su triste desaparición.

Cerrado este círculo descriptivo de una época importante de la vida sosegada de Arjona y de los arjoneros, fue para finales de la década de los años cincuenta, en plena “dictadura”  del Gral. Gustavo Rojas Pinilla y estando al frente de la alcaldía de Arjona, el Cap. De Fragata Chitiva Rojas, que se construyeron en forma semi circular, las dos calzadas, separadas por la Iglesia y el Camellón que conforma la Plaza Principal. Tal vez lo más atractivo de este diseño, fueron las zonas verdes, adornadas de palmeras en sustitución de los envejecidos arboles de pino, así como la instalación al frente de cada casa, de un asta de gran altura a fin de izar todos los domingos, al compas de la música del Himno Nacional, la bandera de Colombia y de otros países hermanos, incluyendo la de Ciudad del Vaticano en la Casa Cural, caracterizada por sus típicos colores Amarillo y Blanco en sentido vertical, con lo cual las Fiestas de Corraleja dejaron de efectuarse en dicho céntrico lugar y las recochas y juegos de “tapita” y “bolita de caucho”, se trasladaron de lugar....  

Lic. Orlando Rafael Pereira Bustillo

Twitter: @OrlandoPereiraB

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