INSIGNES EDUCADORES: RECONOCIMIENTO POSTRERO





(Encuentro Genealógico Virtual) 
         

Cuando un hijo, un hermano, un familiar o un amigo, ha culminado una u otra formación para la vida, ya sea por instrucción informal o formal, con mucha dedicación y denotado esfuerzo personal, por lo general mostramos nuestro regocijo y beneplácito por ese acontecimiento tan especial. 






También valoramos por encomiable, el decidido apoyo y el acompañamiento que hacen los padres y familiares, para que esa aspiración se transforme en el tiempo, en un hecho real. Pero pocos somos los que dirigimos nuestra atención, hacia esos seres anónimos detrás de bastidores, que con su abnegada y consagrada labor diaria, hacen posible la concreción de aquellos sueños. Nos referimos a los hombres y mujeres,  maestros y profesores, que en los distintos niveles del proceso formativo o educativo en aula, van cimentando e impartiendo las distintas disciplinas del saber y estimulando el poder crítico en sus alumnos, así como lo hace el excelente orfebre y el versado escultor, cuando va dándole acabado a la prenda más preciada y moldeando con suma delicadez la escultura ideal, en este caso, al futuro profesional.

Es posible que en ese largo transitar académico, nos hayamos olvidado y dejado a un lado, los nombres de cada uno de aquellos admirables seres que con dedicación y voluntad casi apostolar, no solo se preocuparon por enseñarnos materias y temas específicos de las distintas áreas de conocimiento y del saber, sino que también, con sus modales y forma culta y rica en valores, con su ejemplo, nos inculcaron normas de respeto, de comportamiento y una sólida formación cívica ciudadana. Honesto es decir también que, muchas de esas enseñanzas, en ocasiones estuvieron acompañadas, de un estimulante y ejemplar castiguito y llamados de atención como “valor agregado”, representados por un jalón de orejas y de moños, de un cariñoso latigazo enrojecedor de piernas o de un reglazo adormecedor de manos, o tal vez, de una deliciosa arrodilladita por unas cuantas horas, y quizás de una paradita en el rincón del aula, pero de espaldas a los compañeros de salón, con la advertencia “por contravenir una norma disciplinaria y de que solo era por el bien de nuestro aprendizaje y la esperanza de un futuro más exitoso y prometedor”.

En esta oportunidad, salgámonos de la plaza y avancemos a sus proximidades con esmerada atención;  y es que, muchos de los que nacimos en Arjona y que hoy deambulamos por nuestro pueblo y el mundo, no podremos olvidar, nuestra primera incursión a un salón de clase, los varones en el colegio Francisco de Paula Santander. Siendo éste, una de las tres primogénitas instituciones de educación pública, regentada en esa época por la experimentada maestra Rafaela Tarra, a quien cariñosamente llamábamos “niña Rafa”, dulce como la miel cuando en las tardes del rezo del Rosario se trataba, pero recta como un palo de coco y ácida como el limón, cuando el castigo ejemplar y oportuno te aplicaba, por travesuras como el “juego al escondido” en el Arroyo de Matea que por detrás del colegio pasaba.  Allí en sus aulas, también  quedaron sembradas, como testimonio del deber cumplido,  las acertadas y excelentes enseñanzas de maestras de las que guardo un bello recuerdo, como Julita Teresa Núñez C, María Carlota Castro, Sarita Reyes, Fanny Tarra, la Seño Graciela y la Seño Socorro, esta última muy estridente al hablar, y otras tantas maestras para quienes el deber, la dedicación y el amor a sus alumnos, eran sus cartas de presentación y mejor aval.

Contemporáneas con aquellas experiencias, eran también las enseñanzas en el colegio público femenino Ángela Dorado. Para quienes allí estudiaron (mis hermanas), su Directora la maestra Andrea Pardo Caicedo, fue sinónimo de respeto matriarcal, pero también un símbolo de generosidad, de amistad y de unidad institucional. Con ella, las maestras Ana América Acevedo, María Luisa Simáncas y Carlota Polo, entre otras, cuya labor educativa la complementaban con el apoyo a la enseñanza de actividades manuales en bordados, desarrollos artísticos y presentación de comedias y hasta de figuras en cada procesión.   Finalmente, como formando un trípode de sabiduría y de hermandad en la noble labor de enseñanza, las no menos laboriosas e insignes maestras de la otra institución pública para mujeres, el Colegio Catalina Herrera. Tal vez en esta visión retrospectiva, de manera involuntaria o por aquello de la fragilidad de la memoria que el inexorable tiempo va resquebrajando, deje de mencionar otras muchas laboriosas maestras, que al igual que la seño...”Mañe” Guardo, Lucía Barón, Bertha Guerrero de Polo, Amelia Regina Bossa, familiarmente y popularmente conocida como “Doña Mello”, también contribuyeron con los jóvenes del pueblo en su educación y formación integral.

Como no mencionar a las dos únicas instituciones educativas privadas de esa época! Uno, el Colegio Moderno Pestalozzi, llamado así en honor a ese gran pedagogo suizo. Su rector, el profesor Marcos Barón, cuyas cualidades de hombre decente, de rectitud incuestionable y ejemplo en valores, lo hicieron digno merecedor del respeto y cariño de los arjoneros. De estirpe parecida y leal competencia de hombre probo, el profesor Rafael Polo Martínez, fundador y rector del Colegio Nariño y para más señas, creador de la letra de una de las piezas musicales de más renombre a nivel nacional  e internacional “Tristezas Del Alma”.  Podemos afirmar, sin lugar a equivocarnos, que aquéllas y éstos, formaron el “Pentagrama Educativo” de la época dorada de Arjona y de Bolívar y de allí que reivindique el valor y los servicios de estos “Insignes Educadores y nuestro reconocimiento postrero”.  Desde esta columna “Encuentros Genealógicos Virtuales” comprometamos a las autoridades municipales y a la Secretaría de Educación, para el justo reconocimiento a estos seres que dedicaron y consagraron su vida a la enseñanza (algunos de ellos aun viven)... Aunque de época posterior, incluimos en nuestra reseña, al maestro y gran matemático Arturo Ramírez, quien venido de otras tierras se amancebó en Arjona.


Prof. Orlando Rafael Pereira Bustillo
Twitter: @OrlandoPereiraB 

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