¡PUEDE SER PEOR... EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD!

Imagen D.R.A
En esta oportunidad, dejaré a un lado la temática que he venido desarrollando a través de los artículos-reseñas sobre hechos, vivencias y costumbres de mi pueblo, publicados en la columna “Encuentros Genealógicos Virtuales”. En tal sentido me introduciré en un tema no menos interesante y complejo, como es el  ejercicio de la actividad política, cuya  práctica hoy en día está devaluada y duramente cuestionada. Previo al desarrollo de las ideas que expondré, debo aclarar que mi formación dista mucho de las áreas relacionadas con las ciencias político-sociales y económicas, pero siendo ellas las de mayor incidencia en la vida nacional y las que afectan toda la estructura de la actividad humana, trataré de referirme a algunos aspectos de interés general, más por la preocupación que me asiste para que no nos dejemos tentar y engañar de “timadores políticos” con ofertas ideológicas engañosas de las que más adelante nos tengamos que arrepentir y que por ende, podrían comprometer nuestro futuro, el de nuestros hijos, el sistema de libertades y la libre expresión, como esencia y razón de ser de la democracia. En este sentido, iniciaré esta exposición apoyándome en un artículo de mi autoría titulado “Escepticismo o Abstención”, del cual extraigo los incisos siguientes.  En él sostenía:  

 “criticar no significa en modo alguno, caer en el despropósito de hacer juicios de valor subjetivos que ofendan la dignidad de persona alguna, por eso es necesario actuar con la suficiente sensatez, prudencia y ser cuidadosos en nuestras opiniones y decisiones”. En relación al análisis de este primer inciso, muchos son los políticos que una vez transmutados en funcionarios públicos, se revisten de una aureola de infalibilidad y de autosuficiencia ejecutiva, a tal punto de adoptar como “modelo de gestión”, el desacato o desobediencia de cualquier orden constituido. Un modelo así concebido, caprichoso y preñado de subjetividad, sin un atisbo de acierto en cuanto a propuestas y ejecución de políticas públicas u obras de interés social-comunitario y de poca disposición para la solución cierta de problemas que afectan a las comunidades, inexorablemente es una gestión vulnerable, susceptible y acreedora a la crítica, ella en razón al derecho que como ciudadanos nos faculta y prevé la ley y la propia Constitución Nacional de Colombia.....

....Seguidamente agregaba...“soy un convencido de que la credibilidad política de los ciudadanos acerca de un candidato o gobernante, es un acto de fe y de esperanza, más que una promesa vacía, la cual debe traducirse en un compromiso recíproco de servicio y de entrega, basado en el cumplimiento de las ofertas programáticas y de la palabra empeñada para resolver los grandes y graves problemas que afectan a la sociedad y que dan lugar a los antagonismos e injusticias sociales”.   De este inciso pudiéramos inferir, la desazón, el grado de frustración y pérdida de credibilidad que puede irse incubando en el ciudadano como elector, al percibir que su buena fe y confianza es horadada por el engaño y la mentira. Más cuando nuestras opiniones son desechadas y ninguno de los potenciales problemas y calamidades de orden social, que nos indujeron a elegir y depositar la confianza en un determinado candidato, encuentran la esperanzadora respuesta y solución esperada, y por el contrario, acrecientan la brecha social que cada vez se va haciendo más contrastante y evidente...

....Y cerraba las citas diciendo...“por eso, subestimar la capacidad de análisis y los sentimientos de los electores y hacer de las campañas políticas, un escenario para la demagogia, el insulto, la descalificación y el ventajismo, como herramienta política, va en contra de la esencia de los principios democráticos y de la razón de ser  de la libertad de expresión”Este inciso, tal vez recoja la expresión más aleccionadora (lapidaria) y la imagen del retrato hablado de lo que ya viene ocurriendo, como un error de cálculo de aquellos funcionarios electos para desempeñar cargos públicos y también en el que por lo general han incurrido muchos políticos y representantes de partidos, incluyendo a los del poder legislativo a todos los niveles, como es el de subestimar el poder de decisión del ciudadano de elegir.

En relación a las anteriores consideraciones, es notorio observar como el poder ejecutivo en sus tres niveles de representatividad, en complicidad con el legislativo, desvía su atención de los problemas que más afectan al ciudadano común y adolece de respuesta y soluciones verdaderas, por la inexistencia de eficaces políticas públicas, en contravención a los requerimientos e intereses de sus gobernados. De allí, la cuestionada salud y seguridad social, la deficiente educación pública, la poca generación de empleo estable y de calidad, la corrupción generalizada y su encubrimiento por sistemas financieros inescrupulosos (paraísos fiscales), el pago de coimas y favores, la inseguridad ciudadana y la delincuencia apabullante que trunca la esperanza y la vida de los colombianos sin escrúpulo y rubor, así como la no aplicación oportuna de justicia por la connivencia de algunos jueces pusilánimes y laxos, que han ido incrementando la falta de credibilidad en la justicia y en los políticos, en los gobernantes y la desconfianza en las instituciones y en el propio estado.
                                                                                                                                                                                  
Así también, la aprobación de la ‘Reforma Tributaria’, más parecida a un “menú dietético hambreador”, que convierte como por arte de magia los sueldos y salarios de los trabajadores en sal y agua,  parecieran ser el ‘caldo de cultivo’ del que se nutrirían,  algunos candidatos al Palacio de Nariño. Estos, como ‘pescadores en río revuelto’, pretenden vendernos sus recetas mágicas y modelos empobrecedores inviables y pasados de moda, que no solo conllevarían a una verdadera crisis política, sino también a una crisis económica, social y alimentaria. Por eso, para las próximas elecciones presidenciales, de lo que se trata es de ELEGIR y ELEGIR bien y no creer ni votar por experimentos ideológicos fracasados, tal como ocurrió con el hoy aspirante y ayer soberbio gestor del más ineficiente servicio de aseo urbano de Bogotá. Por eso no botes tu voto y no te equivoques porque “PUEDE SER PEOR EL REMEDIO QUE LA  ENFERMEDAD”. No comas cuento....   


Prof. Orlando R. Pereira B.
Twiiter: @OrlandoPereiraB

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