(ENCUENTRO GENEALÓGICO VIRTUAL)
En época electoral municipal para la
escogencia del futuro alcalde, es frecuente observar a los osados candidatos,
competir en una frenética carrera de edulcoradas y empalagosas ofertas programáticas. Para estos aspirantes,
desgañitarse en discursos en plazas públicas y en cualquier otro escenario
político está más que justificado, si se trata de deleitar a sus parciales y de
convencer a otros tantos incautos e incrédulos electores, ofreciéndoles un interminable
listado de soluciones para el municipio.
Pero una cosa es ser candidato y otra muy distinta es ser alcalde en propiedad. En este sentido, la gran mayoría, por no decir todos los aspirantes a ese cargo, parece pecar de irresponsable, al desconocer u omitir deliberadamente la verdadera capacidad financiera y presupuestaria con que cuenta el municipio. Este aspecto pudiera comprometer en buena parte la gestión del nuevo alcalde en funciones, por el incumplimiento en la ejecución de dichas ofertas, lo que hace que las mismas se conviertan en promesas inviables y en un simple abanico de buenas intenciones.
Resultado de esa acostumbrada e irreflexiva
actitud de no priorizar y/o no jerarquizar necesidades, ni ponderar en lo cuantitativo
y cualitativo, las reales posibilidades presupuestarias para la ejecución de
planes y proyectos de obras de utilidad pública y social, es lo que conlleva inexorablemente
al desencanto, a la desconexión, a la pérdida
de confianza y fe del ciudadano en las autoridades de turno y por ende, al
surgimiento de críticas, muchas de ellas justificadas, pero inadecuadamente formuladas
y que en nada contribuyen a la solución de problemas; por el contrario,
entorpecen la buena y sana convivencia político-social, lo cual tampoco
desmerita el derecho de quien hace la crítica, basada en la búsqueda de una
mejor y eficaz respuesta de la administración pública.
Ahora bien, siendo Arjona el centro de
nuestra atención y la tierra abonada con vivencias, vínculos y esfuerzos ancestrales
comprometidos con la génesis de su creación, su crecimiento y desarrollo orgánico
en lo humano-cívico-social y como herederos de ese gran legado, nos es dable y
permitido, dentro del marco de la responsabilidad compartida, reconocer y
valorar todo lo bueno y positivo que se ha producido durante sus 242 años de
existencia. Entre lo más importante, su
capital humano integrado por hombres y mujeres laboriosas y productivas en todas
las ramas del saber y cualquier actividad humana. También es digno reconocer el camino andado en
obras de infraestructuras sanitarias, educativas, deportivas y aquellos
intentos y avances en el campo de las artes y la cultura, a partir de la
iniciativa personal individual y a través del Instituto Municipal de las Artes
y la Cultura. Un ejemplo de ello, fue la
expresión artística que se organizó con motivo de la celebración del
aniversario de la fundación de Arjona el 13 de marzo, consistente en un desfile
de carrozas y comparsas, cuyo esplendor y la belleza de sus juveniles reinas y
agrupaciones fueron del deleite, la admiración y el reconocimiento de arjoneros
y visitantes.
Esa es la ‘Arjona en positivo….y si se puede’, pero para ello tenemos que vencer el desaliento que hoy embarga a
la gran mayoría de los arjoneros al ver cómo aquella cultura y buenas costumbres
cívicas que nos inculcaron nuestros padres y abuelos como ejemplo de vida
basada en el respeto, la tolerancia, la paz y sana convivencia entre parroquianos,
ha venido siendo quebrantada por el comportamiento delincuencial y el
vandalismo extremo de algunos desadaptados, que obstruyen el avance social y
niegan toda posibilidad de disfrute de la vida en su más amplia acepción, como
un derecho humano inalienable.
En razón a esta dramática situación, se
hace necesario privilegiar la atención de este flagelo llamado inseguridad
ciudadana y domiciliaria, para lo cual es imperativo revisar aquellas políticas
públicas asociadas a la ‘seguridad ciudadana’ que han sido insuficientes o
inoperantes, para rediseñar estrategias más expeditas en su operatividad. La
seguridad ciudadana, no es una concesión, sino un derecho humano, como el que
más. Por eso, es necesario coordinar y concertar esfuerzos de manera recíproca
o bidireccional, entre el ente municipal, quien por competencia goza de
autonomía para ejercer la autoridad y la sociedad civil a través de las juntas
de acción comunal, a fin de darle un sentido de transversalidad a las
responsabilidades inherentes a la prevención, por ser este el nivel o fase primaria
de la seguridad. Esto ameritaría conjugar armoniosamente una serie de acciones en
lo educativo (formación para el trabajo ‘in situ’ en oficios cotidianos), en lo
deportivo (instrucción y construcción de áreas socio recreativas y deportivas
semi-formales), en lo cultural (crear y fomentar en los barrios espacios para
las artes, la música, la pintura y la poesía), en lo laboral (disminuir la carga
impositiva tributaria, a cambio de que el comercio y otras fuentes de trabajo
le den ocupación a un porcentaje de mano de obra desocupada).
Creer que la represión policial garantiza
la salvaguarda individual y que es determinante para la disminución de la delincuencia
y que la sanción, penalización y reclusión judicial son las alternativas
adecuadas, no deja de ser una ingenuidad desesperanzadora, más si recordamos la
laxitud con que actúan algunos jueces. En resumen podemos afirmar, que la
imprudencia y la excesiva confianza en nuestra forma de actuar, estimulan la acción de la delincuencia y la inseguridad...
Prof. Orlando R.
Pereira Bustillo
Twitter: @OrlandoPereiraB
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