(Encuentro Genealógico Virtual)
Fotografía D.R.A. |
Haber nacido en Arjona, tierra de mi tronco genealógico familiar y haber vivido allí la época de niñez y parte de la transición de esa etapa de la vida, entre la pubertad y la adolescencia, rodeado del calor humano y del cariño recíproco de parientes y amigos contemporáneos, representa uno de los momentos más importantes y estelares de mi desarrollo biológico y de crecimiento como persona. Ello también fue, la garantía para haber asimilado y fijado de manera indeleble en mi mente y cultivado en el corazón, sentimientos de amor y agradecimiento, así como las mejores y sanas experiencias e incipientes conocimientos.
Resultado de ese transitar inocente en algunos casos y sin prejuicios de culpabilidad de mis travesuras en otros, son los hermosos recuerdos y anécdotas que en suma, hoy conservo y que se afianzaron como pilares sólidos de vida a las puertas de lo que sería, ese encuentro futuro con la etapa evolutiva de la juventud y madurez.
Así, a pesar de muchos años de ausencia y
de ese no compartir cotidiano con esa pléyade de afectuosos familiares y amigos
entrañables que forjaron encuentros inolvidables, hoy en un retorno imaginario
y como una deuda de gratitud, quiero devolver el tiempo y en compañía de mis
dilectos lectores, realizar juntos una nueva correría y a través de esta
“Miscelánea de tiempos memorables”, hacer un ejercicio mental con hechos reales,
a riesgo de experimentar cierta nostalgia ancestral….
…..y es que recordar es vivir…Ubicados en
el barrio de La Estación, unos metros separada de la antigua casa de máquinas del
Tren, quedaba la “Descremadora”, una procesadora de leche bajo la administración
Lequerica, la que diariamente hacía el acopio del lácteo que previamente, debía
ser pesado y clasificado según su calidad, por el operario recibidor Raúl
Piñeres, la misma persona que más tarde fungiría en el proyectado de películas
en el Teatro Cecilia, propiedad de Don Rafa Cogollo. Esa leche cruda y pura, según
decían ellos, sin agregados de agua, era traída desde las haciendas ganaderas
por hombres a lomo de mula, con sillón y borriquetes de madera y en cántaros de
metal y otro tanto, en camioncitos 3.50 para tal fin. La llegada y entrega del
producto, se hacía todos los días desde tempranas horas de la mañana, lo que
convertía a la Descremadora, en un lugar de encuentro mañanero y en romería de hombres
curtidos en las labores de ordeñe, la elaboración de queso y mantequilla y de
la vaquería en la región. Por su
actividad, la “Descremadora” también
era una especie de ‘puerto seco’ donde se hacía la transferencia del vital producto
lácteo al tanque refrigerado de un camión, para su transporte hasta la Fábrica
de Hielos Lequerica, empresa establecida en Cartagena (donde hoy queda Caribe
Plaza), que en su época, fue la primera expendedora de hielo y embotelladora y
distribuidora de la nutritiva y calcificada leche descremada, en higiénicas botellas
de cristal….
…..la Fábrica de Hielo Lequerica, en una
especie de retributiva compensación con los arjoneros, suministraba para su
venta toneladas de hielo preservado con aserrín, bajo la responsabilidad del señor
Esteban conductor del camión, el cual hacía su entrada diariamente por la vieja
carretera del populoso barrio el Carito. Su mañanera aparición, por lo general
era recibida con mucho beneplácito, jolgorio y con estridentes gritos de
alegría por los innumerables “pelaos come hielo”, quienes con voz alta expresaban ¡Llegó el camión!.. ¡Llegó el camión!... ¡Llegó el camión del hielo!..
¡Llegó el camión!, algo parecido al grito de “Tatú” el de la Serie ‘La Isla
de la Fantasía’, quien anunciaba ¡el avión!…
¡el avión!… ¡llegó el avión!.....
….este anuncio se difundía de boca en boca
a manera de efecto multiplicador y se convertía en un eficaz ‘medio alternativo
de comunicación’ de calle, al punto de activar a las amas de casa, quienes al
oír el primer grito de los pelaos, dejaban la batea y el manduco, la lavada de
los trastos, o cualquier otro ajetreo doméstico de su diaria ocupación y con
velocidad de gacelas, hacían su rápida aparición en las puertas de sus casas, para
comprar la acostumbrada ración de hielo para
sus “tanquecitos de agua fría y de
refrigeración” (Made in Schorbot). El anuncio también alertaba a los
eternos “enguayabaos”, también a los que por encargo prestaban el servicio a domicilio
en sectores muy alejados, a los vendedores de raspado y heladeros, todo esto, antes
de llegar al único y mayor depósito y expendio de hielo que existía en Arjona, propiedad
de Dña. María Bosa de Tinoco.….
….otro de los tantos negocios emblemáticos
de Arjona, también lo fue el alquiler de Bicicletas. Esta particular actividad
tuvo el gran acierto de convertirse en un medio de transporte rápido y de
movilidad eficiente. La visión progresista y mercantil de Don Juan Hernández, hizo
posible el uso de la bicicleta como un medio para la sana diversión y
esparcimiento y también su uso para hacer diligencias a montón. Este negocio se
vio empañado por un episodio trágico, como fue el accidente ocurrido en la
esquina de la familia Bosa, cuando el autobús “La Primavera” atropelló y causó
la muerte de un joven de apellido Noriega, quien en ese momento disfrutaba de
una de las bicicletas de alquiler .…y para finalizar y no correr el riesgo de
que algunos susceptibles paisanos me reclamen por la omisión de otros hechos que
hacen parte de mis “misceláneas”,
incluiré como última reseña, lo que fue la peculiar Bomba de Gasolina de
funcionamiento manual, de propiedad de Don Arturo Matson, ubicada en un local
contiguo a su residencia frente al Teatro Cecilia, cuyos operadores debían cumplir
con un único requisito, no poseer
contextura famélica, pero ser expertos en giros de manivela, para surtir
de gasolina a las “chivas” Carmelitas I, II y III, a la “Ruth María”, “el
Tren”, “La Candelaria”, “La Calandria”, “La hija del Pueblo”, entre otras
chivas y la escasa flota de camión.
Prof.
Orlando R. Pereira Bustillo
Twitter: @OrlandoPereiraB
Twitter: @OrlandoPereiraB
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